domingo, 27 de noviembre de 2016

Manuel Mera

Discurso de boda para Jaime

Muy buenos días a todos. Como sólo una parte de los presentes tiene el placer de conocerme, comenzaré presentándome: soy ‘Manuel’, uno de los amigos del novio, el charlatán de la pandilla. Supongo que este es uno de los motivos por los que mi amigo Jaime me escogió para pronunciar unas palabras el día de su boda. La verdad es que me sentí muy orgulloso al recibir el encargo.

Me puse manos a la obra, pero de repente no sabía que decir. Después de estrujarme el cerebro, pensé que lo mejor que podía hacer para demostrarle lo importante que nuestra amistad era para mí, es confesar mi orgullo por haber sido elegido para esta tarea. No todos los días se casa uno de tus mejores amigos y me siento muy orgulloso de poder acompañarte hoy al altar. Espero que Susana te haga muy feliz  y que puedas demostrarle la excelente persona con la que ha decidido compartir su vida.  

Dicho esto, no me queda más que desearle, a él y a su esposa, que el tiempo agrande el amor que se tienen. Quiero que sepáis que siempre podréis contar con este incapaz parlanchín.
Muchas gracias.


Manuel

domingo, 20 de noviembre de 2016

Visual:

Esta es la historia de Jaime y Manu, dos amigos cuyas familias estaban pasando dificultades económicas. Decidieron que tenían que buscar una solución y por ello, pensaron en atracar un banco. Para empezar decidieron buscar y observar el banco perfecto. Estuvieron durante días estudiando el panorama y diseñando un plan brillante. Una vez trazado el plan, se fueron a comprar armas de fuego para atemorizar a los trabajadores. Tres días más tarde había llegado  la hora de realizar el atraco. Los dos se prepararon, se montaron en el coche y se dirigieron hacia el lugar. Se situaron en el parking, miraron la zona durante un rato y decidieron entrar. A grito de todo el mundo al suelo, Jaime decidió mostrar la pistola y todo el mundo en estado shock, se quedó mirándolos. En unos segundos, sin parpadear Jaime disparó al techo. En ese momento la gente percibió que la cosa iba enserio y se tumbaron en el suelo. Todo iba según lo previsto pero, unos segundos después, vieron en el cristal el reflejo de las luces de coches de policía. El plan empezaba a ponerse turbio y oscuro. Debían elegir entre intentar escapar o entregarse e ir a la cárcel. Manu,  el más valiente de los dos cargo la pistola, tomo aire y salió por la puerta.  Antes de que pudiera apretar el gatillo, ya había sido alcanzado por las balas de los policías y cayó al suelo. Jaime decidió asumir la situación y se entregó  a la policía.

Auditivo:

Esta es la historia de Jaime y Manu, dos amigos cuyas familias estaban pasando dificultades económicas. Decidieron quedar para hablar y Manu le expresó lo que sentía debido a su situación. Jaime le conto que él estaba pasando por la misma situación y  que debían hacer algo. Jaime le dijo a Manu que tenía una brillante idea y Manu decidió escuchar. Era una idea bastante arriesgada pero que si salía bien, arreglarían la vida de sus familias para siempre.  Decidieron comprar lo necesario y sin expresar nerviosismo, entraron en el primer banco que vieron. Manu entró el primero y sin pensarlo gritó ¡Esto es un atraco!, repitió esta frase varias veces con un tono agresivo. Mientras que todo el mundo estaba en el suelo, Jaime se dirigió al vigilante de seguridad y le dijo que abriese la caja fuerte. El vigilante, con un breve tartamudeo, le dijo que no y Jaime le disparó en la pierna. El disparo se escuchó en todo el pueblo y las sirenas de los coches de policía no tardaron en sonar. La gente comenzó a murmurar y ellos se empezaron a poner nerviosos. Sabían que si intentaban escapar iba a ser peor. Por ello, dejaron salir a todo el mundo, sintonizaron la radio y esperaron sentados.

Kinestésico:


Esta es la historia de Jaime y Manu,  dos amigos de la infancia que vivían en una situación bastante precaria. Sentían que era el momento de acabar con este escenario y para ello, debían realizar una hazaña. Esta consistía en atracar un banco. Jaime pensaba que era una locura, pero Manu le estrechó la mano y le dijo que todo saldría bien. Escogieron el banco más alejado de la ciudad y sin pensarlo dos veces, decidieron entrar. Abrieron la puerta de manera suave y Jaime empuñó un cuchillo. Manu decidió agarrar al vigilante de seguridad para que no alertara a nadie. Jaime nervioso, subió a la planta superior para asegurarse de que no había nadie y al bajar, resbaló y se dio en la cabeza. Manu se acercó a Jaime, que estaba aturdido y no se podía mover. No sabía qué hacer, el pánico le atrapó,  se puso nervioso y comenzó a gritar. La policía no tardó en llegar, Manu cogió  a su amigo en brazos y salieron por la puerta de atrás. Manu escondió a Jaime debajo de un arbusto cercano y entró en el coche. Decidió atraer la atención de la policía para que a su amigo no le pasara nada. 

domingo, 13 de noviembre de 2016

domingo, 6 de noviembre de 2016

La breve historia de Charly…

Esta es la historia de Charly, un pescador muy humilde. Como cualquier otro día, Charly se despertó y preparó el desayuno. Pero esta vez algo había cambiado. Su hija María estaba muy enferma. Tenía mucha fiebre, el cuerpo lleno de manchas rojas y casi no podía moverse. Sin pensarlo ni un momento,  decidió ir a ver al curandero del pueblo, que vivía en una pequeña y destartalada casa en lo alto de las montañas. Este le dice que a su hija apenas le quedaban dos meses de vida. Charly  no tenía suficiente dinero para poder comprar  la cura de la terrible enfermedad que padecía su hija. Por eso,  decide hacer un pacto con el curandero que consistía en lo siguiente: por una aleta de tiburón que Charly le trajera, él le entregaría la dosis para poder curar a su hija.

A la mañana siguiente, Charly  cogió su barca y emprendió un viaje a la isla Gansbaai (Sudáfrica),  conocida por ser frecuentada por los tiburones blancos más grandes vistos jamás. Tardó en llegar más de dos días y al desembarcar, se dio cuenta que la comida y bebida escaseaban. Eso le obligaba a  cazar peces para sobrevivir.

Sin pensarlo mucho,  cogió un cuchillo y se metió en el agua. Podía sentir que algún ser extraño le vigilaba en el oscuro y profundo océano, pero no se sintió intimidado y  se adentró en el frío mar a cazar.

Tras varios minutos,  se dio cuenta que el extraño ser que le observaba era un enorme tiburón blanco. Charly empezó a nadar, solo pensaba en llegar a la orilla y en poder sobrevivir para ayudar a su hija. El tiburón empezó a nadar, cada vez más rápido, hacia a Charly. Esta vez,  solo podía pensar en que iba a morir en aquella isla.

Cuando Charly hizo sus últimas plegarias,  se dio cuenta que aquel enorme tiburón blanco le estaba ayudando a cazar peces. No hacía falta hablar para sentir que formaban un buen un equipo. Confiaban el uno en el otro  y compartían los peces que cazaban.

Una semana más tarde recordó el motivo por el que estaba allí,  y que debía  salvar la vida de su hija María.  Para ello debía matar a su nuevo amigo  y entregarle la aleta al curandero.

Decidió no pensarlo dos veces y entró en el agua….Allí estaba su amigo el tiburón, que le esperaba donde todas las mañanas para cazar. Charly se llenó de valor y dejando a un lado su amistad con el escualo,  le mató.

Charly, con los ojos llorosos, le cortó la aleta y se llevó la mandíbula como recuerdo de su gran amigo. Después de casi un mes, regresó a casa y lo primero que hizo fue  intercambiar la aleta por la cura de su hija.


Hoy en día Charly y su hija viven felices en Hawái.  María es una niña sana, gracias a la amistad que un día hubo entre su padre y un tiburón.